Día a día, Luna celebra

Siete consejos para jugar a ser Martha Stewart

[COLADO POR CRYSTAL]

Unos amigos a quienes cariñosamente llamo Los Monday —porque nos conocimos en un momento donde yo no entendí un chiste sobre los días de la semana en inglés— me hicieron una despedida para mi boda. Yo estaba loca por devolverles el sentimiento invitándolos a mi casa, pero tras casarme empecé a viajar a Venezuela todos los meses y al volver a Santo Domingo me involucraba en trabajo constante, así que no había tenido tiempo de hacerlo.

Sin embargo, este mes me decidí: ¡La recepción iba! No había recibido visitas en mi casa formalmente desde que me mudé, así que como primeriza, aprendí algunos trucos a lo Martha Stewart dominicana que hoy comparto con ustedes.

[1] Una invitación a lo Milenial

Yo quería hacer algo especial para la invitación, pero nada que conllevara complicaciones. Por eso, tomé una foto de la entrada de mi apartamento y con una app de celular le coloqué el texto “Dinner chez Frescolitos este martes 14”. Envié el arte por WhatsApp a los ocho invitados, ¡y listo! Esa solución a una invitación es práctica y sencilla, pero a la vez agrega un toque personal.

[2] Hay que tomar en cuenta la alimentación de los demás

Para hacer el menú tomé en cuenta dos cosas: las alergias y las dietas. En cuanto a lo primero, afortunadamente nadie tenía alergias alimenticias. En cuanto a lo segundo, la reunión era un martes, así que no quería dañarle la dieta a nadie con una bandeja de quesos. Por eso me incliné por un menú ligero: cangrejo con coco, ceviche de mero, un quiche de puerro y tocineta, casabe orgánico, chuflay de plátano, ensalada verde de rúcula y parmesano y unos aguacates en rodajas. Algunas cosas vinieron de casa de mi madre listas para hornear —como el quiche— y otras vinieron frescas de una compra en Pescadería Bergés. Con un menú así, no importa la dieta —proteínas, macros, Paleo—, todo el mundo iba a poder encontrar algo.

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[3] Cómo disponer la casa

Tras armar el menú solo me quedaba organizar cómo iba a arreglar la casa para recibir. Ya que no tengo un comedor para tantas personas, usé un sistema de tablitas individuales en la sala. Con eso en mente, usé la mesa de apoyo para los platos y las bandejitas, y la mesa bufetera para la comida.

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La disposición del servicio hasta influenció el postre que escogí: no quería uno que requiriera sentarse a comerlo, sino algo que pudiera brindar con el café, así que encargué unos waffles con nutella y dulce de leche en Ambrosía.

[4] Flores, flores, flores

Saqué todos los floreros que tenía guardados para poner flores. Una vez los ubiqué en la casa, me puse a determinar cuáles flores quedarían mejor. Tengo unos floreritos de pared que usualmente llevan plantas Progreso, pero para esta ocasión quise colocar unos céfiros —los encargué el miércoles de la semana anterior en D’Licianthus—. Ya el martes, cuando pasé a buscar los céfiros, encontré también unas rosas que andaba buscando para los arreglitos de cada baño —uno no sabe cuándo la gente va a ver la casa o cuando hay que dar un pequeño tour, y es bonito que cuando conozcan el espacio puedan verlo con flores—. Aparte, me llevé un paquete de hortensias locales espectaculares, en un tono blanco con toques de azul; esas vinieron de la misma finca de los céfiros, propiedad del señor Salvador Marra, quien estaba en la floristería en ese momento y me hizo la recomendación. ¡Estaba feliz con mi selección!

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Ahora, quienes me siguen por Snapchat y se tiraron mis inicios en la floristería sabrán que colocar las flores en sus receptáculos fue una odisea: los céfiros vienen enredados y hay que ver para qué dirección cogen; tuve que ponerle hielo a las cubetas y ponerle algo pesado encima al oasis para que no flotara y así pudiera absorber el agua. En ese momento, yo hasta los codos armando los floreros, me llega un arreglo enorme a la casa: una amiga de mi mamá me mandó unas flores espectaculares para felicitarme por el Soberano a Mejor Actriz. ¡Más flores todavía!

[5] ¡Que el vino blanco tumbe los dientes del frío!

Me gusta servir un vino de calidad pero asequible, para así poder servir de tres a cuatro botellas. Estoy comprando en El Catador un vino llamado Hess, y tanto el tino como el blanco son buenísimos.

Para el blanco y los espumantes, mi mamá tiene una regla: “¡Que tumbe los dientes del frío!”. Por eso, puse a enfriar desde temprano una champañita que tenía guardada para la ocasión.

[6] Que nada se vea forzado

Hice un ensayo de las piezas de servir: primero saqué todos los vasos, estilo Downton Abbey, con las copas, los vasos, la jarra de agua. Saqué todas las cositas que me han dado ilusión usar desde que los recibí como regalo o los compré para mi hogar. Me encargué de lavar todo y tenerlo organizado, para no tener que estar sacando cajas ya con los invitados en casa. Probé cada pieza en su lugar, para entonces servir el plato.

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Otra cosa que ya tenía armada era la bandejita del café, con la greca ya lista para encender la estufa. Todos estos trabajos previos tienen una razón de ser: cuando vas a invitar, los invitados no deben sentir que el trabajo del anfitrión es una molestia. La idea es que puedan pasar un momento agradable, y para eso todo debe fluir —por eso es tan importante la preparación previa—. Cuando recibir personas es una complicación, el invitado lo siente, y eso hay que evitarlo.

[7] Que tus eventos en casa de adapten a tu realidad

Mi esposo y yo tenemos una señora de servicio que nos da una mano solo hasta el mediodía. Esa es nuestra realidad como recién casados, y por eso, con la sencillez comida, buscamos mostrarla. Nuestro comedor no daba para tener 10 personas sentadas, y por eso nos decidimos por las tablitas individuales.

Por eso, es importante no querer hacer recepciones en casa que abarquen mucho más de lo que podemos apretar según el momento de vida en el que estemos. Para recibir, es importante que todo tenga un toque personal, y eso también incluye el nivel de complejidad de la velada. La idea es que sea muy natural para el anfitrión, y que los invitados puedan sentir ese nivel de relajación.

En mi caso, la experiencia fue tan positiva y relajante para todos, ¡que estaba loca por recibir gente en casa ese miércoles, jueves y viernes!

Espero que estos consejos, de mi primera vez jugando a Martha Stewart en casa, les hayan sido útiles.